Me ha sorprendido y he disfrutado de esta novela, puro erotismo en el marco del espionaje entre Inglaterra y Francia.
Y es que es un erotismo de esos que yo llamo “con clase”. Sutil, perfectamente narrado, con escenas que suben la temperatura y, a la vez, te hacen admirar el modo de escribir de la autora. Ni sobra ni falta nada. A pesar de basarse en la relación de los dos protagonistas, en su reencuentro, en sus sentimientos enfrentándose a la traición y a la mentira, están en todo momento rodeados de la intriga de su trabajo.
Jason es uno de los hombres más importantes del servicio secreto británico, dedicado en cuerpo y alma a su país, aunque no está de acuerdo con ciertas prácticas y quiere formar un grupo de élite que no dependa de la inutilidad de ciertos sujetos del gobierno. Pero también es un hombre profundamente enamorado de su esposa, a la que cree sencilla y casi infantil… hasta que se entera de que es una espía al servicio de Francia, lo traiciona y desaparece. El orgullo herido lo ciega. Sueña con vengarse. Lo malo es que, cuando la tiene de nuevo frente a él, no le es posible reprimir el deseo que siente por ella.
Y para tenerla, para salvarla de sus depredadores, deberá romper con todo cuanto ha supuesto su vida hasta entonces. Deberá romper todas las reglas.
Madeleine no ha tenido una vida fácil. Nunca quiso ser espía, pero las circunstancias la obligan si no quiere que su padre muera en prisión. Su misión es enamorar a Jason y casarse con él para pasar información a Francia. Y lo hace, a pesar de odiarse a sí misma. Sin embargo, desobedece cuando le mandan matar a su esposo, el hombre del que está enamorada.
El secundario de la historia, un agente de Jason, un hombre que ha salido de la miseria de Whitechapel para convertirse en uno de los mejores espías ingleses, es, simplemente, genial. Sin su aparición, no habría novela de Jason y Maddie, no digo más. Ya lo conoceréis y seguro que querréis leer su propia aventura. Yo ya estoy deseando leerla.
La novela es la precuela de una serie que promete y mucho. Yo no pienso perdérmela.
Nieves
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