Volver a Minstrel Valley es siempre un placer. Después de haber leído las seis anteriores, la ambientación forma ya parte del lector; es como volver a un viejo lugar con sus conocidas calles y gentes. Leyendo te sientes como en casa, lo que ayuda mucho para no perder la atención en detalles ambientales y centrarla en lo importante.
La trama nos lleva a través de dos historias paralelas con un mismo punto de unión, Lorianne. A pesar de lo bien que funciona el matrimonio de sus propios padres, esta joven ha pasado el amor por el tamiz del racionalismo, y aunque desea casarse, pretende hacerlo según las normas de la razón, y no según las del corazón.
Lori es la perfecta señorita, educada, elegante, bonita y toda una dama, pero eso no parece ser suficiente, no, al menos, hasta que Nerian despierta en ella sentimientos que no comprende del todo. Ella representa muy bien la dualidad humana, esa lucha entre los sueños y la realidad. A Lori le tienta mucho el corazón, que se decanta por la pasión y los sentimientos, pero se aferra a lo seguro, aunque esto ni la llene ni le aporte realmente felicidad. Al final, tendrá que elegir uno de los dos caminos, aunque las circunstancias también pueden decidir por ella.
Nerian ha aparecido en otras novelas como secundario, y siempre tuve ganas de conocer su propia historia. Me parecía un hombre dulce, de valores firmes, y el hecho de que desde la primera novela desease formar una familia, me conquistó. Ahora, por fin, parece que su sueño se puede volver realidad con Lori a su lado. Va evolucionando a lo largo de la novela, de una forma callada, mientras va profundizando en sus sentimientos. Así, pasa de ser un hombre que parece ver la vida desde segunda fila, a vivirla en primera línea, volviéndose más decidido cada vez para luchar al final con fuerza por aquello que desea.
La historia de amor entre los dos protagonistas es preciosa, con sus luchas y sus miedos; sus indecisiones, cuando Lori se decanta por otro hombre que parece aportar más seguridad; sus complicaciones, cuando se mete de por medio otra mujer. Y en medio de todo, el crecimiento de los sentimientos de ambos.
La pluma de Ana me encanta por su fluidez, por su capacidad para despertar sentimientos y por ser capaz de hacernos evocar, de transportarnos a ese mundo interior del corazón donde todo es posible y todo es bello.
MARTA LUJÁN
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