Es una de esas historias que se disfrutan desde que empiezan hasta que acaban. Me ha sorprendido muy gratamente y la he disfrutado al máximo.
La narrativa de la autora es excelente, sencilla y directa, el mejor modo de llegar al lector.
No es un romance de caballeros y damas, aunque esté ambientada a finales del siglo XIX. Pero sí hay un auténtico caballero auténtico por más que se disfrace de pescador, y una dama con coraje.
No se ha ido Beatriz Manrique a países lejanos, sino que la ha ubicado en Almería, en un tiempo en el que la minería era de suma importancia. No se debe perder nadie la nota de autora al final de la novela, porque es de lujo la información que facilita.
En cuanto a los personajes: me han enamorado. No solo los principales, sino Elsa, la niñera de la protagonista que tiene un peso importantísimo en la historia. De hecho, sin ella hubiera existido un vacío.
Me ha fascinado el carácter de Astrid, una muchacha criada entre algodones, que lo tiene todo, que puede alcanzar un futuro cómodo y que, sin embargo, arriesga todo por un amor de juventud que la envuelve y tira de ella. Ver el modo en que cambia a través de las páginas ha sido estupendo.
De Román no puedo decir más que maravillas: un joven trabajador, lleno de sueños, que no se atreve ni a mirar a esa señorita extranjera de a que está enamorado, porque piensa que no se la merece. Lo he pasado mal leyendo su sufrimiento, su caída hacia los infiernos, su tirar la toalla. Y me ha ilusionado ver que la suerte le sonríe por fin.
Es una historia preciosa, romántica, llena de dulzura, con discusiones estupendas porque los dos tienen mucho carácter, con escenas apasionadas… Lo tiene todo.
Me ha encantado, no puedo decir más.
Nieves
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