Quien haya leído a Nieves Hidalgo en alguna ocasión… ¡Qué narices! Quien lee a Nieves Hidalgo una vez repite seguro, porque la que vale, vale, sin importar el género que escriba. Y para muestra un botón: A las ocho en el Thyssen, novela con la que se estrena en la romántica contemporánea y además con notaza.
Es una historia muy divertida, con situaciones cómicas y hasta un poco rocambolescas que arrancan más de una carcajada. Cuenta con momentos memorables, maravillosos (de esos que se comentan con las amigas que también han leído la novela); casualidades mil que harán que estos dos se tropiecen en más ocasiones de las que desearían; mucha química, mucho deseo desenfrenado, muchas dudas pero más ganas; ese algo que surge y que parece que funciona… y el cirio pascual que se monta cuando descubren quién es quién.
Me han encantado los dos personajes. Ambos tienen mucho carácter, hasta me atrevo a decir que muy mala leche, son orgullosos, tercos y no se dejan avasallar por nadie.
Decir que nada más empezar a leer, me sentí muy identificada con Alex y su bloqueo (no, a mí no me ha pasado lo mismo que a él, era lo que me faltaba jajaja), la falta de ideas, la sensación de que nada de lo que escribe tiene consistencia... ya solo por eso, porque me he visto un poquito reflejada en él, ya me ha encantado. ¡Vale, solo por eso no! El muchacho además de estar pasando por un mal momento profesional (y personal), está de muyyyy buen ver y eso suma puntos sí o sí. Pero también me ha gustado su carácter un tanto agrio y un pelín borde. ¡Ojo!, que también sabe ser encantador, atento y agradable cuando la ocasión lo requiere. De su fogosidad mejor no hablo, que me acaloro de solo acordarme (¡aiiinss ese momento pasillo! ¡Qué momento! jajajaja).
Lucía también me ha gustado. Detrás de esa romántica empedernida, devoradora de libros y trabajadora incansable en su web de novelas romántica, se esconde una mujer con mucho genio; amiga de sus amigos; cabal (o al menos lo intenta) y con una vida ordenada y tranquila hasta que cierta novela pone su universo virtual del revés mientras Alex la pone del revés a ella, y su vida, de la noche a la mañana, se convierte en un caos que no sabe cómo manejar.
Los secundarios estupendos; el peludo de cuatro patitas mi preferido jajajaja. Tres parejas y una vecina entrometida que serán, alcahuetes, consejeros sentimentales, paño de lágrimas y cómplices en la peculiar relación que mantienen o intentan mantener los protagonistas. Mención especial para Pepa (la editora de Alex), que en algunos momentos, sobre todo al principio, me ha recordado mucho a alguien (no, no voy a decir a quién) que también sabe cómo apretarnos las tuercas y ponernos las pilas para que le demos a la tecla jejeje.
También, con la parte en que se habla de la web de novelas románticas de Lucía, me he puesto un poquito sentimental y ha sido como estar en casa, porque aunque no conozco de primera mano el trabajo y los problemas que supone llevar un sitio así, sí que he pasado muy buenos momentos y he conocido a personas maravillosas gracias a una web de romántica (que además me vio nacer como autora).
De verdad, A las ocho en el Thyssen, es una novela que merece la pena leer y disfrutar, porque está plagada de escenas estupendas (divertidas, tórridas, tiernas, emotivas… discusiones, cabreros monumentales) y que, juntas, dan forma a la magnífica y original historia de Alex y Lucía.
Ana F. Malory
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