Continúo disfrutando de las historias de Minstrel Valley. En esta ocasión ha tocado el romance de Melinda Culier y Robert Fenton.
En anteriores novelas dedicadas a los secundarios de la serie, he ido viendo cómo ha cambiado la escuela de lady Acton; se nos han ido antiguas alumnas y han llegado otras nuevas, cada una con sus sueños. También ha habido cambios en el profesorado, puesto que muchas de las antiguas maestras han encontrado el amor y se han retirado. Por un lado siento pena, pero por otro voy descubriendo nuevas historias que me tienen enganchada a este maravilloso pueblo inglés.
¿Qué os puedo contar de Melinda? Pues que es profesora en la escuela de lady Acton, que es una exerta en literatura, que tiene siempre una sonrisa en la boca y es capaz de conquistar a la persona más seca del mundo. Hasta que llega a la casa de los Bisssop y encuentra a un amigo de la infancia de lady Valery. Ahí se le rompen todos los moldes porque Robert Fenton es más seco que un ajo y no hay forma de conseguir ni una triste sonrisa. Lo que supone, desde luego, un desafío para la señorita Culier, como bien indica el título de la novela.
Robert tiene motivos para no querer intimar con nadie, tiene cicatrices físicas y psíquicas por lo que le sucedió en el pasado: la traición de su esposa y la pérdida de su floreciente negocio. Cuando conoce a Melinda siente una atracción arrolladora por ella, pero se mantiene apartado porque no quiere volver a arriesgar su corazón.
El romance de estos dos personajes discurre con calma, va poco a poco ganado terreno, la autora deja que vayamos conociendo la forma de ser de cada uno de ellos y su relación con el resto de los habitantes del pueblo. Tanto Melinda como Robert tienen contacto con otros personajes que ya conocemos de la serie, y ha sido una gozada volver a saber de todos ellos. Además, aparece un retoño que me ha encantado.
Casarse no lo es todo para Melinda, ella necesita poder llegar hasta el corazón de Robert, que mantiene encerrado tras un muro; de otro modo, no podrá conformarse, no tendrá una auténtica familia, para ella sin amor no hay nada. ¿Qué si consigue que el corazón de Fenton vuelva a latir por amor? No creo que haga falta que lo diga. La autora ha sabido dejarnos ser los acompañantes en este romance tierno, que tiene encuentros y desencuentros, pero apoyado con una pasión arrolladora, en el que el esposo deberá cortejar a la esposa si quiere conseguirla.
El epílogo, simplemente, me ha dejado muda. Para nada me esperaba algo así y le doy gracias a Mariam Orazal por inventarse algo tan bonito. Con este final de novela el mundo de Minstrel Valley no se acaba, tiene un futuro; como todo en esta vida, unos se van y otros vienen. Y a mí me ha puesto una sonrisa en la boca poder asomarme a las generaciones futuras.
Una novela que no debéis perderos.
Nieves
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