Me encantan las protagonistas rebeldes que se saltan las normas y no comulgan con las pautas establecidas, de modo que la de esta novela lo ha conseguido.
Evangeline, hija de un terrateniente, es una joven capaz, animosa, a la que las fiestas le tienen sin cuidado y prefiere cabalgar a pelo, leer o pasear a solas por la finca. Sin embargo, su madre está empeñada en casarla con el hijo de un importante conde, al que ella no soporta. La autora describe a la perfección al personaje, dejándonos ver cómo va creciendo la fascinación hacia un hombre que, en un principio, no creía interesarla.
Robert Hamilton es un hombre maduro para aquellos tiempos, sereno, sosegado, que goza dedicándose a su propia finca y que huye de las lisonjas que le regalan. Coronel del ejército, ha salvado la vida a Wellington e incluso ha sido recibido por el monarca, lo que hace de él un invitado especial en las reuniones sociales, en las que no se siente cómodo. Casado con su profesión, nunca ha pensado en buscar a una mujer y formar una familia. Encontrar a Evangeline provoca en él sentimientos que jamás pensó tener.
La ambientación es estupenda, la descripción de la vestimenta de los personajes da muestra del arduo trabajo de investigación que se ha llevado a cabo, y aquí no solo ves los amaneceres, sino que hueles la hierba húmeda por la lluvia. Hay frases que son para subrayarlas y leerlas varias veces.
Eliza, la madre, se presenta como una mujer petulante, amante de las fiestas y deseosa de que alguien ponga freno a una hija demasiado rebelde. Alan, el padre, es un pobre hombre al que solo le interesa una buena mesa y un buen brandy, que deja el resto en manos de su esposa. Ambos son importantes en la trama.
A Sherman Patterson, el petimetre que quiere conquistar a Evangeline, le hubiera sobado la cara cada vez que aparece en escena, pero está tan bien puesto en ella que hay que admirarlo.
Mención especial a George, el hermano de Evangeline, que intenta protegerla, aunque, en esos tiempos, pesaba más la sociedad en que se movían que los propios deseos. Espero que tenga oportunidad de conocer su historia, porque es un encanto.
El romance crece capítulo a capítulo, mientras Robert se dice que no puede aspirar a ella y Evangeline descubre un amor que significa libertad.
No hay duda de que a la autora le gusta Austen porque hay tramos de la novela en que te transporta a las novelas de esa autora, dejándote disfrutar de una narrativa envolvente, elegante y preciosa.
Nieves
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