Leo tan pocas historias ambientadas en las tierras altas que se me olvida lo mucho que disfruto con ellas. Ponerme con esta ha sido una maravilla. En primer lugar, porque Nieves Hidalgo escribe que te mueres (muy fan, pero fan, fan de poster, de la prosa de esta autora) y en segundo lugar, porque la historia me ha parecido preciosa. Y qué recuerdos me han traído las menciones que se hacen, a lo largo del libro, sobre “Brumas” (que es una de mis novelas favoritas de la autora).
La novela atrapa desde el principio, el tempo es acertado y no decae en ningún momento, la trama se centra en los protagonistas, pero con varios frentes abiertos que aportan emoción, dinamismo y ternura a la novela (un tesoro escondido, otro romance, una venganza…) y por supuesto unos protagonistas que me han enamorado.
Tina, por ser una mujer decidida, de ideas claras, fuerte, que en la medida de lo posible toma sus propias decisiones y que, tras toda una vida sintiéndose ignorada por su padre, descubrirá, en el castillo de los McKenna, lo que es un verdadero hogar y encontrará a gente que en verdad la aprecia. Desde el principio queda claro que se siente a gusto entre los miembros del clan, sin incluir, claro está, al irritante Sean McKenna. Su presencia la hace olvidarse de los buenos modales, incluso perder los papeles en más de una ocasión. Este escocés sí que sabe cómo hacer enfadar a una mujer. Jajaja.
Que es un buen hombre, sí, honorable y leal también, pero más bruto que un arado. Lo suyo no son las sutilezas; vamos, que no tiene filtro. Es temperamental y de carácter explosivo. Esa forma de ser de Sean, tan ruda y en ocasiones desabrida, saca lo peor de Tina, provocando constantes enfrentamientos y discusiones entre ellos. Cuando eso ocurre, saltan chispas, casi se podría decir que fuegos artificiales.
¡Cuánta química hay entre ellos! ¡Qué grande la atracción que sienten!
Me ha encantado la lucha interior de ambos; ese batallar con las emociones que los mantiene a los dos en una montaña rusa emocional (y a mí con ellos), con cambios de humor o reacciones que, en ocasiones, parecen no venir a cuento (pero sí, cada cual tiene sus motivos para actuar como lo hace), ese no terminar de decidirse, ese quiero pero no puedo.
Comenzaron con mal pie y eso les ha marcado, sobre todo a Tina, que no olvida cómo la ha tratado en el pasado, a pesar de que tenerlo cerca no solo la pone de mal humor. Sean, además, carga con un “traumita” que pone freno a sus sentimientos y le impide abrirse. Lo que hay entre estos dos no es una relación, es un coctel Molotov… Deseo, rencor, desconfianza, atracción, inseguridad, admiración, esperanza... Una mezcla explosiva que no les pondrá las cosas fáciles, porque el miedo a sufrir es demasiado grande y ninguno parece dispuesto a arriesgarse sin tener la certeza de que el amor que siente es correspondido.
Y mientras ellos discuten, se besan con pasión o vuelven a pelear, tenemos a un malo malísimo buscando la oportunidad de acabar con Sean y ya de paso, encontrar el tesoro escondido en la propiedad que el McKenna acaba de heredar. Atacadita de los nervios terminé por culpa del villano, pero que bien resuelto el conflicto.Una vez más, Nieves Hidalgo demuestra que sabe lo que hace cuando se sienta frente al teclado, que sabe contar historias que emocionan y crear personajes que llegan al corazón y todo ello con esa maravillosa narrativa suya que, a mí, me fascina. Muy grande nuestra Nieves Hidalgo.
Ana Malory
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