La sinopsis dice: Regla de Naarah: ninguna sanadora de almas puede enamorarse de un mortal.
Aunque pudiera parecer que se trata de una historia de época con diosas, seres de fantásticos y demás, es una novela actual, pero con el encanto de personajes inmortales.
En el mundo hay hombres y mujeres infelices, cuya alma está dañada. Y Sarah es una de las encargadas de intentar sanarlas. Nacida hace siglos y criada en un convento, la desgracia se ceba en el mismo arrasándolo en un incendio con las monjas en su interior. Ella se salva milagrosamente, pero lo que ocurre hace que reniegue de sus creencias. Ahí es donde aparece Naarah, la maestra de las sanadoras, quien la propone ser sanadora de alma a la vez que inmortal. Y durante años y más años, Sarah irá de un lugar a otro de la Tierra curando las heridas de quienes han perdido la esperanza.
Sarah es un personaje que atrapa desde el primer momento: joven, bonita, dulce. Su paciencia es infinita como sus días y poco a poco, con pequeños detalles, consigue que Duncan Montague, aislado del mundo porque se culpa del fallecimiento de sus padres y de su hermano, vuelva a integrarse en el mundo… y hasta se enamore.
Duncan, conde de Beauford, tenía una vida plena, vivía a tope y se jugaba la vida en carreras de coches. Un accidente provoca que su familia sufra otro y mueran. Y desde ese momento, amargado y culpándose, se aísla en su castillo, Coth Castle, sin volver a querer saber nada del mundo exterior ni del negocio. Ni quiere perdonarse, no confía en nadie, pero la aparición de una muchacha medio ahogada en la costa le obliga a llevarla al castillo y cuidarla. Y aunque desea que se marche cuanto antes, no puede resistirse a la dulzura de Sarah, día a día va accediendo a incluir cambios en sus hábitos, empieza a disfrutar de las pequeñas cosas…
Esta novela nos habla de que no podemos encerrarnos en nosotros mismos por muy dolidos que estemos, de que hay personas a nuestro alrededor que sufren si sufrimos, que necesitan tenernos a su lado. Nos habla de perdón, de paciencia y de esperanza.
Con la narrativa de Elizabeth Urian es fácil poder pasear por los salones cerrados en Coth Castle, ver cómo vuelven a ser estancias llenas de luz, pasear por sus alrededores y hasta entusiasmarnos con la visión de las estrellas.
Sarah es inmortal y tiene prohibido enamorarse. Pero ¿cómo frenar la corriente de un río? Cuando descubre el amor, cuando se da cuenta de que ama a Duncan, su misión y los mandatos de Naarah empiezan a ahogarla. Porque ella viene del pasado, pero Duncan es el futuro.
El modo en que la autora da un giro a la historia al final de la novela me ha encantado. La verdad es que no hacía más que preguntarme por cómo iba a solucionar el peliagudo asunto, pero lo ha conseguido de un modo magistral. Que no pienso revelar porque hay que leerlo.
Novela contemporánea con un toque de fantasía que me ha dejado un buen sabor de boca... como todas las de esta autora, claro.
Nieves
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