La narrativa de esta autora es de las buenas, de las que te obligan a entrar en la historia y de las que te cuesta salir. Porque es sencilla y, a la vez, profesional. Porque ambienta las novelas estupendamente y hace que te sientas como un personaje más.
Me ha gustado la originalidad del argumento porque, hasta ahora, había leído unas cuantas novelas en las que eran los protagonistas masculinos quienes venían de mundos de pecado. En esta serie son tres mujeres, tres hermanas que, al abrigo de su niñera, han crecido al margen de las idas y venidas de su madre, una conocida cortesana.
En esta primera entrega se nos cuenta la historia de la mayor, de Isabelle, que abandona la ciudad en la que vive para trasladarse a Londres y saber de su pasado, de su origen y de su padre. Una necesidad que la lleva a empezar a trabajar en un taller de costura, lo que le facilitará el acercamiento al hombre que la engendró.
Me ha encantado el personaje, una mujer con temple a quien, a pesar de sentirse asustada, sigue adelante. Demuestra, además, que tiene avanzadas ideas para ampliar el negocio de costura de su patrona. Una mujer que innova y que se arriesga. Una mujer que no es romántica y que no piensa cometer los mismos errores que su madre.
¿Qué puedo decir del protagonista masculino? Pues que es un amor. Un hombre íntegro que se niega a tomar el asiento que por su título de vizconde le corresponde. Un aristócrata que prefiere charlar con el pueblo llano, que quiere cambiar las cosas, mejorar la calidad de vida de los más pobres. Un hombre que se enamora perdidamente de Isabelle, ignorando que es la hija ilegítima del militar retirado que le está ayudando a iniciar su carrera política. Guapo, sensible y cercano; no se puede pedir más.
Un romance muy bonito, una ambientación cuidada y un fondo político y social que hace de esta novela una lectura estupenda. Muy recomendable.
Nieves
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