La historia nos sitúa en 1889. Eugenia Kersey, junto a su padre y su tío, emprende un viaje en el Orient Express. Ya de por sí, una novela que nos permita subir a bordo de ese emblemático tren, me llamó la atención. Pero no esperaba encontrarme con unas descripciones tan buenas que me han trasladado a Constantinopla, la actual Estambul. Ya no ha sido solo “ver” el tren por dentro, sus cabinas, sus pasillos y su restaurante, o asombrarme con los paisajes. Ha sido mucho más: volver a pasearme por las calles de la ciudad, visitar sus mezquitas, gozar comprando en el Gran Bazar, maravillarme con el Palacio de Topkapi, tomar un téen el hotel donde se alojó Agatha Christie, e imaginarme cómo habría sido la vida de los que habitaban el de Dolmabahce. He vuelto a hacer el viaje que disfruté hace tiempo, he vuelto a oler las especias, a asombrarme con los colores de una ciudad auténtica y mágica. La autora se ha documentado estupendamente para escribir esta novela, y ha sido un gusto poder leerla.
La narrativa de S.F.Tale es cercana, fácil de seguir, lo que se agradece.
Eugenia es una mujer muy adelantada a su tiempo, tal vez porque ha sido criada por dos hombres de mirar abiertas que desean para ella la misma libertad que pueda tener un varón. Esto choca un poco con las mujeres de ese tiempo pero, a la vez, anima; no soporto a las protagonistas pusilánimes y esta, desde luego, no lo es.
William quiere olvidar que pertenece a una familia maldita, por eso emprende el viaje en el Orient Express, sin imaginarse que va a encontrar a una damisela que se salta todas las normas sociales a la torera, y que pone su mundo patas arriba. Tengo que decir que me quedé un poco descolocada al enterarme el secreto del protagonista, pero me hice pronto a la idea; a fin de cuentas, estaba en una novela y en una novela pude suceder cualquier cosa, para eso es invención.
Thaddeus, el tío, y Magnus, el padre, me han hecho sonreír con sus conversaciones, la mar de graciosas. Dos personajes estupendos que me han conquistado.
En cuanto a las escenas caliente, ¿qué puedo decir? Arden las páginas. La autora no se anda con medias tintas, nos cuenta las cosas tal cuál son, adentrándose en los pensamientos de ambos protagonistas, en sus necesidades y en sus deseos. Proveeros de un abanico antes de empezar con esta historia.
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