Tengo que decir que tenía esta novela desde hacía meses en la cola de pendientes de leer, que son una montaña. Por fin, el otro día, después de leer un comentario, me dije que ya no aguantaba más la intriga y me puse con ella.
De esta novela me ha gustado todo:
La narrativa es cuidada pero directa, incluyendo diálogos poco finos cuando la situación lo requiere, lo que hace que te metas más en la historia porque la hace real.
El personaje de Nina es dulce, pero no tiene una vida fácil. Pone toda su dedicación en su profesión, enfermera, y se apoya en su amiga Enke. Quisiera hacer más, ayudar a quienes llegan escapados de la guerra, pero no puede. No se lo permiten. Sin embargo, florece y demuestra su fuerza cuando tiene un punto en el que apoyarse, que no es otro que el amor.
Jamal es… Jamal. Un alemán con raíces turcas. Un hombre que se ha hecho fuerte a base de ver la podredumbre en los casos que investiga, que aguanta con estoicismo la repulsa de los racistas. Un inspector de la policía criminal honrado y eficiente, que no tiene intención de dejar su carrera por amor. Esa mezcla de fuerza ante la adversidad, de saber hacer, de superar el odio para llevar a cabo su trabajo con honradez, me ha enamorado. Si a eso le sumo que es encantador, atento, nada machista y romántico cuando se enamora… Un protagonista 10, vamos.
Pero he de confesar que lo que me ha envuelto por completo en esta novela han sido las descripciones. No recordaba ni la décima parte de lo que Carmen Serena nos cuenta de Berlín, y me han entrado unas ganas horribles de volver a visitar la ciudad.
Ha conseguido que vuelva a enamorarme otra vez de Istambul, así que otra ciudad a la que quiero regresar. Eso sí, con la novela Bajo el cielo de Berlín en los dos viajes, para que me sirva de guía.
Nieves
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