Desde que leí la historia de Samuel y Leira y la de Simon y Aurora, quedé prendada del protagonista de esta otra entrega: Diego. El hermano que parece no tener apego a nada, el mujeriego, el juerguista, el canalla.
Y ciertamente, a Diego solo parece importarle eso, ir de parranda, de taberna en taberna, y meterse en la cama de cuanta mujer se le pone delante, ya sea plebeya o dama. Pues qué equivocadas estábamos todas. Porque cuando vuelve a encontrarse con una mujer que conoció de adolescente, y de la que estuvo prendado, se le despierta algo que, sin saber qué es, está convencido de que va a ser su perdición. Máxime cuando, tras ganar una apuesta al hermano de esta dama y quedarse con la casa, ella le reta a una partida para recuperarla.
El romance entre Diego y Estrella, marquesa viuda de Girón, es precioso. Y divertido.
Me han encantado cada uno de sus encuentros y esas conversaciones entre ambos, picarescas, con indirectas que son como flechas al centro de una diana, con sonrisas, caídas de ojos y roces deseados pero disimulados.
He disfrutado también con el romance entre la criada de Estrella, Paquita, y el asistente de Diego, Marcel. Dos personajes importantísimos en la trama de la novela, sobre todo Paquita, más amiga que sirvienta de la protagonista.
Además, he vuelto a pasearme por Málaga, hecho una escapadita a Córdoba y hasta he podido conocer a unos bandoleros muy chispeantes.
Para aderezar la historia, la autora nos habla de las cigarreras, aquellas mujeres que pasaban la vida en la tabacalera envolviendo cigarros, a veces incluso con sus hijos sobre las rodillas.
Estupenda ambientación, buenísima documentación y un romance repleto de sarcasmo y amor, que ha conseguido atraparme.
No es que recomiende esta historia, es que tenéis que disfrutarla.
Nieves
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