Alex es una buena falsificadora, e integrante del grupo de chicas que intentan recuperar antiguas reliquias que les pertenecen y están en manos ajenas. La ardiente aventura en Mónaco no se le ha ido de la cabeza, pero trata de olvidar a ese hombre, a Matt, para centrarse en el caso que les ocupa: recuperar una botella de whisky recuperada por un famoso explorador en la Antártida: la botella Shackleton que, para Hitler, tenía poderes. La misión es falsificar la botella y dar el cambiazo.
Alex no espera que su grupo pida ayuda a Matt Hunter, un ladrón reformado que colabora con el FBI. Ni más ni menos que el hombre del que se quedó prendada en Mónaco.
La historia es trepidante, no hay un momento de tranquilidad, salvo los encuentros de la pareja, que más que sosegar acaloran.
Los diálogos entre los integrantes del grupo son divertidísimos, chispeantes, y te arrancan sonrisas cada dos por tres.
Me ha gustado conocer a Nerea, Carolina, Sony, Maxine. Y también a los chicos, Diego, Miguel, Daniel. Ah, y a Federico Santana, cuya historia con Maxine promete ser la bomba.
Además, salen a relucir secretos de familia. De ese apartado me ha entusiasmado el cuento del abuelo de Alex; una pasada de imaginación.
No sé muy bien cómo explicaros qué vais a encontrar en esta novela. Bueno, sí. ¿Habéis visto las películas de Misión Imposible? Pues así es. Una organización perfecta para llevar a cabo la recuperación de la botella, con disfraces, bloqueo de cámaras de vigilancia, pinganillos para estar comunicados… Con los comentarios a través de los pinganillos me he reído con ganas.
Os va a entusiasmar.
Nieves
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